La adicción a la pornografía tiene muchas semejanzas con cualquier otra adicción. Se suele hablar bastante poco de ella, y quienes la padecen lo suelen ocultar y sufrir sin buscar ayuda profesional. Esta dependencia física y emocional hacia el porno tiene diversas causas y consecuencias, como veremos a continuación en este formato de entrevista que me hace un periodista.
La adicción a la pornografía y sus efectos
- ¿Cómo afecta de forma individual al adicto y cómo puede repercutir en una pareja?, ¿y en su entorno familiar y laboral?
Está demostrado que de forma individual la adicción a la pornografía genera problemas físicos, emocionales y psicológicos, al igual que lo hacen las drogas y sustancias psicoactivas. Incluso a nivel cerebral también se ha comprobado que tiene repercusiones. La dopamina liberada en el cerebro, generada por la excitación de imágenes con alto contenido sexual afecta directamente al lóbulo frontal, encargado de las funciones conductuales y cognitivas (Lynn, 2012).
Las consecuencias que tiene esta adicción son muy amplias, destacando: disfunciones sexuales, masturbación obsesiva, depresión, degradación hacia la mujer, aislamiento social, comportamientos obsesivos compulsivos, rechazo al sexo opuesto, entre otras… Algo que acaba afectando en el entorno laboral y familiar.
Evidentemente, se presentan dificultades para mantener una relación de pareja o para iniciarla. Las personas con adicción a la pornografía comparan las actitudes sexuales de los actores con las de su relación de pareja. Acaban por decepcionarse, y esto les produce pérdida de deseo e insatisfacción.

- ¿En qué se diferencia de otro tipo de dependencias?
Hay muchas similitudes con otro tipo de adicciones. Sin embargo, hay ciertas actitudes y creencias que son más exclusivas de la dependencia a la pornografía, como la degradación hacia la mujer tratándola como un objeto, conductas machistas, o la construcción de un concepto acerca de la sexualidad muy deteriorado, que implica insatisfacción sexual y disfunciones sexuales.
- Debido a que el porno sigue siendo tabú y más aún su adicción, ¿cómo acceden este tipo de pacientes a terapia?
Sobre todo lo hacen a través de la terapia online. Presentando en la mayoría de ocasiones culpa y vergüenza. La ansiedad y angustia que les genera es evidente. Esta conducta está totalmente oculta, por lo que hay una gran dificultad en reconocer el problema y solicitar ayuda.
- ¿Qué factores potencian esta adicción?, es decir, ¿a qué se puede deber?, ¿cuáles son sus posibles causas?
No existen causas concretas y específicas para que un individuo acabe teniendo una adicción a la pornografía. Pero si que hay factores que lo facilitan. Algo que suelo ver siempre en consulta y favorece su aparición es la clara falta de educación sexual. Desde luego esto es algo común en todos mis pacientes. No han llegado a elaborar un concepto de lo que supone una sexualidad saludable, y su educación sexual la han basado sobre todo en la pornografía, que garantiza un sinfín de creencias erróneas en torno a la sexualidad.
Las personas que acaban generando una dependencia hacia la pornografía, son sobre todo personas que han encontrado un refugio en esta actividad. Pasan por momentos difíciles en su vida, donde se sienten rechazados, culpables y fracasados en diversos ámbitos. Esto representa una mayor vulnerabilidad para caer en esta adicción.
- ¿Puede suponer una forma de llenar un vacío emocional?
Así es, como podríamos decir de cualquier adicción. La insatisfacción que hay en sus vidas, angustia, depresión y ansiedad les motivan a llenar un vacío emocional, en este caso a través del consumo de la pornografía, empeorando así aún más el problema.
- ¿Cuándo se considera a una persona adicta a la pornografía?
El criterio objetivo se extrae del manual diagnóstico de los trastornos mentales DSM-5
Aunque este diagnóstico está basado en la adicción de sustancias y también en el juego. Se considera que puede aplicarse a cualquier tipo de adicción como es el de la pornografía Griffiths (1998).
Hay síntomas muy característicos que nos hablan de que puede tratarse de una adicción, como por ejemplo cuando la conducta de consumir pornografía se vuelve compulsiva, utilizándolo como una forma de aliviar el malestar emocional. Se pierde la capacidad para decidir cuándo verlo y cómo. No representa una fuente de placer sino de desesperación, con la posterior sensación de culpa y vergüenza.

- ¿Está relacionada la adicción al porno con ser adicto al sexo?
Son adicciones diferentes, aunque hay actitudes y conductas que se pueden solapar. En la adicción al sexo también puede haber una masturbación compulsiva.
La principal diferencia es que la adicción al sexo involucra directamente a la interacción con otras personas, mientras que la adicción a la pornografía en Internet solo involucra a una pantalla. Otra característica esencial es que la mayoría de las personas adictas a la pornografía tiene dificultades para excitarse con una persona real, aunque la encuentren sexualmente atractiva. En la adicción al sexo buscan múltiples relaciones, mientras que la persona con adicción al porno tiene una pareja o busca una relación estable.
- ¿Cómo funciona la mente de una persona que es adicta a los contenidos sexuales?
Los profesionales de la psicología y la sexología sabemos que se trata de algo multifactorial, no hay nada específico que por si solo pueda provocarlo. Por diversas causas hay personas con una mayor predisposición a poder caer en una adicción. Ciertos rasgos de la personalidad favorecen estas conductas adictivas, como es la impulsividad, búsqueda de sensaciones, además de un bajo autoconcepto, falta de apoyo social, inestabilidad emocional, conflictos personales…
En definitiva, la vulnerabilidad que lleva a la adicción, puede tener componentes biológicos y genéticos, hasta emocionales, sociales, psicológicos y ambientales.
- ¿De qué forma afecta el consumo de pornografía en las relaciones sexuales?
Lo habitual entre los pacientes con esta adicción es que han pasado por situaciones sexuales difíciles, donde ha habido vergüenza y una serie de sensaciones negativas en relación a la sexualidad. Tienen experiencias poco satisfactorias que han derivado en disfunciones sexuales, como: la falta de deseo, dificultad para tener o mantener una erección y eyaculación precoz o retardada.
El consumo de pornografía puede llegar a ser un refugio para quienes no encuentran satisfacción en las relaciones sexuales y esto puede ocasionarles la adicción, empeorando así y dificultando el poder disfrutar y obtener placer de las relaciones sexuales, que es el objetivo principal de lo que se promueve con la sexualidad saludable.
- ¿Cómo puede llegar a cambiar la vida de una persona el consumo de pornografía?
El consumo de la pornografía en si no tiene porque cambiar la vida de nadie. Depende del uso que se le de. Cuando este consumo acaba en una adicción, evidentemente la vida de la persona adicta se va deteriorando en todas las áreas de su vida, ya que supone un problema que requiere de una atención profesional adecuada.
Para quienes consumen pornografía habitualmente sin llegar a tener una adicción, pueden tener dificultades para disfrutar en las relaciones sexuales, sobre todo si no están preparados para diferenciar la realidad de la pornografía. Y esto es algo más común sobre todo en los más jóvenes, con menos experiencias, que ven en la pornografía su fuente de conocimento acerca de la sexualidad.
- ¿Cómo se trata de superar y afrontar este problema?
Desde luego, cuando la adicción ya comienza a generar problemas en la vida del individuo es necesario acudir a un psicoterapeuta o profesional que esté especializado en adicciones sexuales. Sin embargo, lo más aconsejable es no tener que llegar a ese punto, y poder acudir cuando hay señales de alerta: una masturbación muy frecuente, dificultades sexuales, depresión, rechazo de interés sexual hacia personas reales… Trabajar en la prevención impide tener que llegar a problemas más graves que van mermando su salud mental y las funciones cognitivas.
- ¿Considera que una mayor restricción a estos contenidos podría disminuir el riesgo?
No cabe duda de que los adolescentes ahora tienen una mayor facilidad que antes para acceder a este tipo de contenidos. Lo pueden hacer de forma gratuita en cualquier momento y desde cualquier sitio a través de los dispositivos con acceso a Internet. Hay menos control acerca de lo que pueden ver y lo que no y esto es algo que pasa factura, sobre todo porque hay una mayor vulnerabilidad en esas edades, donde hay muchas dudas, miedos, dificultades. Al estar en pleno desarrollo de la sexualidad surgen incertidumbres que generan ansiedad.
Restringir estos contenidos disminuye el riesgo, pero lo que realmente es más importante para la prevención es la educación sexual, inexistente en España por cierto.
- ¿Puede la educación sexual frenar estos comportamientos?
Por supuesto, puede ayudar y además es un factor clave para muchos problemas y dificultades con los que nos encontramos en consulta los sexólogos. Y no, dar charlas de prevención sobre los métodos anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual no es educación sexual, es solo una pequeña parte de lo que abarca. La educación sexual es muy amplia y se enfoca también en los aspectos positivos de la sexualidad, sobre cómo disfrutar de las relaciones sexuales sin ansiedad, miedos, vergüenza y todo tipo de limitaciones impuestos por nuestra sociedad.
Sirve para desarrollar el sentido de la erótica, afectos, el deseo y la obtención de placer, para mejorar el autoconcepto y el autoconocimiento sexual. Romper con los mitos y creencias erróneas que generan malestar y angustia. Aprender a enriquecer las relaciones sexuales y tomar decisiones que respeten nuestra libertad y la del otro sin que haya ningún tipo de imposición.
A través de la educación sexual se puede ver la pornografía de otro modo, ya no como un objeto de consumo rápido nacido de una sociedad patriarcal, sino como un aliado del bienestar sexual, un recurso enriquecedor. De esta manera, el porno no se usaría como objeto de educación, sino como un objeto recreativo que forma parte de una sexualidad libre.





